Archivo | noviembre, 2017

«Cocinar es una fiesta»

26 Nov

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«El cuchillo entra en las setas y se desliza suave, limpio, exacto en las formas. Cocinar es una fiesta. Cocinas y sueñas dos puntos:
En aquellos días que sólo eran reflejo de las malas noches, de la mala vida, de los títeres resacosos y malolientes.
En la lucidez quieta.
Cocinas y sabes que el futuro trasciende más allá de las cúpulas de las iglesias, de la piedra volcánica, del pasado lleno de arrepentimientos inútiles.
Lo exquisito, ahora, es transformar lo incognoscible en el agua que hierve todas las ausencias».

Isabel Giménez Caro (Doctora en filología Hispánica, codirectora de la Facultad de poesía José Ángel Valente).

Bar San Juan, salazones fenicias y pescado del día

5 Nov

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Bar San Juan, salazones fenicias y pescado del día

Acaba de abrir las puertas en septiembre. Ha cambiado de dueño. El bar San Juan se encuentra en la calle San Juan (nº16), frente a la mezquita de San Juan y lo lleva Juan Palenzuela, sobrino de Rosa y Juan, los regentes del desaparecido bar flamenco Brindi. Entre el Alcazaba y el puerto se encuentra este oasis de afinada exquisitez y mucho sabor a barrio marinero; no en vano se encuentra de camino a La Pescadería y a La Chanca, dos de los barrios pescadores almerienses por excelencia.

Si ciertamente son muchas -y buenas- las tabernas que ofertan pescado del día en la ciudad del taranto, la nueva propuesta del recién estrenado San Juan son los salazones. Los salazones hechos como se vienen haciendo en la costa de Almería los últimos 2.700 años.

Tuvimos la suerte de saborear unos boquerones en salazón con siete meses de maceración, pescados en los caladeros próximos a la isla de Alborán. La exquisitez de condimento milenario se nos presentó sobre tomate, oriundo también de la que un día fue la ciudad de los telares y textiles -particularmente seda- más próspera de la península Ibérica (sí, seguimos hablando de Almería, de las Alpujarras granadinas y almerienses, tal y como lo cuenta el escritor Justo Navarro en su obra “El país perdido”, y mucho antes el investigador Florentino Castro Guisasola en “El esplendor de Almería en el SIXX”, donde cuenta, entre muchas y jugosas anécdotas desconocidas, quiénes usurparon los telares a los almerienses, además de “despistarle” cantidad de monumentos, entre otros, la Puerta de Purchena, hoy convertida en réplica y presente en una de las entradas al mercado barcelonés de La Boquería, y presente la original en los jardines de un adinerado burgués textilero catalán; ). El vino, de las Alpujarras almerienses. La música, tarantos, mineras y levanticas que sonaban de fondo desde dentro del bar hasta la terraza, donde nos encontrábamos.

El estímulo de los cinco sentidos del que éramos partícipes, por parte de ese conjunto de alimentos y elementos estrictamente almerienses, nos llevó a pensar en la geografía de la memoria y en los receptores del ADN.

Pero la magia vivida la otra noche no será perecedera, ya que Juan ha pensado llevar el sabor flamenco que se degustaba en el Brindi al bar San Juan. Hacer de él un lugar de encuentro de flamencos, donde se pueda cantar, tocar, bailar, todo ello cosido al flamenco. El primer encuentro será el sábado 11 de noviembre.

Gastronomía marina y flamenco, ¡qué hemorragia de placer!

CKS